sábado, 26 de abril de 2008

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Cine


La efervescencia londinense de los sesenta
Por Mariell Olavarria


En los años 60’ existía cierta efervescencia que se respiraba en el aire. Y ésta no sólo estaba inmersa en el rock británico de aquella época, también en todo el movimiento cultural que denotaba mucho estilo y audacia. Fue un periodo que si hacemos la analogía con las etapas amorosas que vive un ser humano, la podemos identificar con la del enamoramiento, donde la coquetería de aquel entonces deslumbraba y le entregaba glamour a todo.

En este mismo espacio temporal es donde se contextualiza “Blow Up” (1966), donde un jóven fotógrafo (profesión que estaba en boga), que se caracterizaba por su extravagante estilo
-que lo ameritaba la época-, se movía y dejaba llevar por los elementos del atrayente ambiente en Londres. Es así como sin querer captura más que una imagen, lo que más tarde se trasforma en una situación que lo inquieta y no puede dejar de seguir, la que va a la par con su diario vivir.

Es un film que se caracteriza más por las imágenes y los movimientos que los diálogos, lo que lleva a presumir que la estética está entonces bien lograda. Los escenarios son bastante atractivos, sobre todo los colores, aquellos que se anteponen al lente y a quienes están detrás de el.

Sin embargo, aunque la historia llega a un clímax, puede que pasada éste se desarme un poco, en el sentido de que si analizamos la trama nos encontramos que es simple e inclusive no lleva la delantera, pero el medio ambiente en el que se desenvuelve la cinta es el punto que causa mayor atracción, con las figuras inconfundibles de los sesenta, aquel encantador pop art.

Quizás, a simple vista, pareciera que a medida que avanza el rodaje hay un cuasi despilfarro de imágenes, la juventud en éxtasis y la forma de cómo ellos pintaban las noches en aquellos tiempos, pero el norte no se pierde, porque ineludiblemente el vistoso desarrollo y las ansias que presenta el personaje tras conseguir su objetivo cumplen con que el espectador ansíe el avance, donde el argumento y la dirección de arte son el broche en este largometraje.

Además hay una intensa documentación de la juventud de esos tiempos, llena de simbolismos, colores y música que alimentan el campo estético visual.


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Otros Datos:
- El director Michelangelo Antonioni se basó en un cuento de Cortazar para escribir el guión.

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